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6 sept 2009

Muerte de tinta Cornelia Funke




La luz de la luna cayó sobre la bata de Elinor, sobre su camisón, sobre sus pies descalzos y sobre el perro que yacía a sus pies. El perro de Orfeo. Cómo la miraba con esos ojos de sempiterna tristeza. Como si se preguntara por qué, ¡por todos los olores excitantes del mundo!, ella estaba sentada en plena noche en su biblioteca rodeada de libros silentes y con la mirada perdida.

--Sí, ¿por qué? --preguntó Elinor al silencio--. Porque no puedo dormir, perro bobo.

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